En inglés se llama 'Ivory wave'. Y en español, recibe distintas denominaciones: 'Ola de marfil', 'Cielo de vainilla', 'Bendición', 'Relámpago blanco'... Todas esas etiquetas designan una misma sustancia: una nueva droga sintética que ha aparecido en diferentes ciudades europeas y sobre la que ya han dado la voz de alarma las autoridades de Estados Unidos y del Reino Unido. Su elevado poder alucinógeno y adictivo ha causado ya diversas muertes e ingresos hospitalarios entre los jóvenes británicos, como advierte un estudio publicado en el último número de la revista científica Emergency Medicin Journal. En Estados Unidos, además, se la considera la responsable de tendencias suicidas.

Por ahora, en España no se ha detectado su consumo, aunque sí su comercialización. "Éstas y todas las sustancias nuevas y emergentes son profundamente minoritarias en nuestro país. Solo el 0,1% de la población utiliza este tipo de drogas", explica Nuria Espí, Delegada del Plan Nacional sobre Drogas. "Nos preocupa que puedan convertirse en un problema aunque nuestra realidad es bien distinta —señala—. Nuestros problemas son el alcohol, el tabaco, la marihuana y la cocaína. El 80 por ciento de los jóvenes bebe. Muchos niños de 12 y 13 años se toman cuatro copas en menos de tres horas durante el fin de semana y eso perjudica seriamente su desarrollo".

Aún así las autoridades están vigilantes y atentas ante la posible irrupción de este nuevo consumo entre nuestra juventud. Y es que por muchos efectos nocivos que provoque, 'Ivory wave' se escapa de todos los controles ya que se comercializa de forma legal como inocuas e inofensivas sales de baño que invitan a la relajación. Así se da a conocer en anuncios en internet. En Estados Unidos, por ejemplo, las sales se venden en tiendas naturistas y comercios que abren las 24 horas.

"El problema de este tipo de sustancias es que no se venden como tales sino para otros usos. También ocurrió con la ketamina que se utiliza como anestésico de grandes animales, como los caballos, y está prohibida su uso en humanos. Por eso, las drogas de síntesis se venden de forma legal y están diseñadas para engancharse rápidamente a ellas. Son creadas en laboratorio a partir de modificaciones de sustancias naturales e intentan imitar a los opiáceos y a la cocaína con fórmulas basadas precisamente en los principios químicos de esas drogas", dice Espí.

Las relajantes sales encierran un grave peligro. Esta droga contiene metilendioxipirovalerona (MDPC), una sustancia similiar a la cocaína y que una vez fumada, esnifada o inyectada, provoca una fuerte dependencia, además de alucinaciones, paranoia y psicosis, acelera el ritmo cardíaco y crea impulsos suicidas. De hecho, en Estados Unidos se han registrado casos de personas que tras consumirla se han herido e incluso quitado la vida; de jóvenes que han sufrido una fuerte depresión, ataques de pánico o reacciones muy violentas. Y los efectos, que se perciben a partir de cinco miligramos, pueden durar desde un día hasta una semana. Motivos suficientes para que la venta de MDPC se haya prohibido en algunos estados americanos, como Lusiana y Florida y también las sales de baño que contienen dicha sustancia.

La 'Ivory wave' tiene además lidocaina, un anestésico que se utiliza de forma habitual en odontología, en jarabes para la tos y en animales. Muchos adictos ven en ella una forma barata de recuperar la antigua moda de esnifar pegamento.

Y para muchos 'Ivory wave' es un sustitutivo de la mefedrona, otra droga de síntesis que se vendía como abono para plantas y que ha sido prohibido para consumo humano en la Unión Europea tras comprobar que estaba relacionada con 26 muertes. En Gran Bretaña, por ejemplo, la mefedrona se había convertido en la cuarta más consumida entre la juventud. No es de extrañar que la alerta se haya extendido entre las autoridades británicas ante el temor de que la 'Ola de marfil' pueda llevar ese mismo camino.

Estados Unidos y Reino Unido no son los únicos países donde se ha detectado la aparición de esta nociva sustancia entre la juventud. También hay informaciones de que las autoridades australianas se están planteando prohibir su comercialización y consumo tras una alarmante investigación de la Universidad de Sydney sobre sus dañinos efectos.


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